>Nueva York es la ciudad más poblada de los Estados Unidos, dividida en cinco distritos cada uno de los cuales coinciden con un condado: Bronx, Queens, Staten Island, Brooklyn y Manhattan. La ciudad está llena de avenidas que van de un lado a otro por las cuales circulan coches y separan edificios. A uno de sus lados, el río Hudson que separa la ciudad de Nueva Jersey de esta.
>Hay un montón de rascacielos, nuevos y viejos. Estos últimos se notan por el deterioro de sus ladrillos mohosos, viejos, marrones y tristes. Pero de entre todos hay uno que se distingue fácilmente por su altura: el Empire State Building, uno de los rascacielos más altos de la ciudad situado en la intersección de la Quinta Avenida y la calle treinta y cuatro oeste, está decorado con hermosos ventanales que a medida que suben se hacen más pequeños y en lo más alto del cielo, reluce un palo puntiagudo que amenaza al cielo como si estubiese en guardia.
>La Avenida de Broadway contiene cuarenta grandes teatros profesionales con más de quinientas localidades. Es imposible dar un paseo por dicha avenida sin escuchar a algún hombre tocar el saxofón o un grupo de artistas callejeros que hacen como si la misma avenida tuviese vida
>El viejo puente del siglo diecinueve suspendido mediante cables de brillante acero, el famoso puente de Brooklyn, que conecta este distrito con Manhattan.
>Central Park, uno de los parques más visitados del mundo y una de las razones por la cual visitar Nueva York, bañado de árboles verdosos, amarillentos y de todos los tamaños y separados por lagos donde dan vida a miles de peces de colores.
>Desde los barcos que llegan a la ciudad cargado de pasajeros, se puede apreciar el rostro de cobre de una mujer de 46´05m de altura sosteniendo en su mano izquierda una tablilla que tiene inscrita en números romanos la fecha de la firma de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos (4 de julio de 1776). En su mano derecha sostiene victoriosamente una antorcha que antiguamente servía de faro a los barcos desorientados.
Sobre su cabeza descansa una corona con siete rayos que representan los siete mares y los siete continentes del mundo.
>Por no hablar de la ciudad de noche, que parece un arcoíris nocturno, lleno de luces.
martes, 9 de febrero de 2016
miércoles, 3 de febrero de 2016
ANÉCDOTA
Hace tres años, cuando todavía estábamos en el colegio de primaria, al final del curso hicimos un viaje: a Cazorla, Jaén.
Todos ibamos muy ilusionados adivinando y planeando lo que haríamos en nuestros ratos libres como por ejemplo llenarnos de chuches por las noches. Pero una noche tuvimos el error de planear un plan que creíamos fantástico y consistía en irnos a la caseta donde dormían las niñas para pasar un rato y seguir comiendo chuches, cosa que estaba prohibida. Empezo bien, Óscar y yo salimos por la ventana del cuarto de baño que daba a un callejón sin salida pero que conectaba con las demas ventanas de las otras casetas, pero una vez allí, oímos como entraban en nuestra caseta y regañaban a nuestros amigos, que debían estar dormidos, y entonces se dieron cuenta de que faltaban dos y vieron la ventana del cuarto de baño abierta, corrieron hasta ella y a Óscar que era al que se le veía le hicieron entrar de nuevo. Pero a mí no me vieron y fuí rápidamente hacia nuestro principal destino: la caseta de las niñas. Pero ya era demasiado tarde, pues allí me esperaba otro monitor.
Tras una larga regañina, nos hicieron salir a todos los de nuestra cabaña. Nos propusieron un reto: rodar haciendo la croqueta cuesta abajo (ya que las cabañas estaban en hilera ligeramente inclinandose cada vez más para abajo). El primero (creo recordar) en hacerlo fué Óscar, que se quería meter cuanto antes en la cabaña ya que hacía frío. David y yo dijimos que ni en broma ibamos hacerlo aunque nos tuviesemos que quedar fuera toda la noche. El segundo en hacerlo fué David Martín, que nos hizo mucha gracia ya que rodaba de una forma muy extraña. Luego, Carlos que apenas lo hizo y le dijeron que podía entrar. Y allí nos quedamos David y yo. Nos volvieron a preguntar si nos queríamos quedar alli fuera toda la noche, y les dijimos que si, mientras nos hicieran hacer rodar. De repente le dijeron a David que entrara, sin hacer nada, y yo me quede allí solo durante unos treinta segundos. Luego, entré y nos reímos mucho de lo sucedido.
Aunque más tarde entró nuestro profesor de inglés y le dijo a Óscar que saliese que iban a dar una vuelta.
Cuando volvieron nuestro profesor le soltó de repente una frase que a ninguno de nosotros se nos iba a olvidar: `Tu padre es policía, y tu por ahí saltando ventanas como los ladrones´.
Y a todo esto Álvaro, mientras, dormía sin enterarse de casi nada de lo ocurrido (ya que tuvo suerte y fué el único al que no le hicieron salir de la cabaña).
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